Círculos

Odio los círculos.

 

 Odio a los círculos viciosos tanto como odio a los círculos virtuosos.

 Odio la repetición que encierra su circunferencia.

 

 Odio a los círculos familiares, y a los de amigos.

 Odio lo cerrada que es su silueta.

 Odio su recorrido maldito, ese que obliga a recorrer infinitas veces los mismos puntos.

 

Una y otra vez las mismas palabras, una y otra vez las mismas sensaciones.

Odio la náusea que me invade cuando veo un circulo. 

Como cuando veo mis ojos en un espejo.

 

Son como círculos dentro de círculos.

Parecen tan cansados de tener que ver una y otra vez lo mismo.

 

Me da vértigo romper un círculo. 

La seguridad de lo conocido y familiar.

Detestable pero confortable.

 

Me da vértigo romper un círculo porque se bien que para hacerlo basta con muy poco.

Solo se necesita un simple acto definitivo y sin vuelta atrás.

 

Una vez se rompe un círculo no se puede reparar, lo he intentado.

Por temor a lo desconocido que se oculta más allá de las líneas circulares.

 He intentado juntar las piezas decadentes de círculos rotos.

 

No funcionó. 

 

Siempre quedan fisuras, grietas.

Una vez se rompe un círculo, este permanece roto.

 

Me gustan los espirales.

 

Son como círculos partidos. 

Tienen sus subidas y bajadas pero su recorrido es infinito.

 

    Me perturban un poco los paralelos en los espirales. 

Esos puntos familiares desde donde puedes ver el pasado a modo de espectro.

 

Algunas noches ese espectro se vuelve corpóreo y te incita a saltar.

Oye sus palabras con cuidado, quizás te des cuenta que sonríe al hablar.

Ten cuidado, que el pasado es un circulo que te condena si le das lugar. 

2 respuestas a “Círculos

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